«Cuando el Generoso vuestro Altísimo os introduce en la tierra que juró a vuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob que os daría, una tierra con ciudades grandes y hermosas que vosotros no edificasteis, casas llenas de todo adecuadamente que no las llenaste, cisternas que no cavaste, y viñas y olivares que no plantaste; y cuando comas y te sacies, tenga cuidado de no olvidar el Generoso quien os sacó de la tierra de Egipto, del superficie de servidumbre”.
Deuteronomio 6:10-12 NVI
Mientras los israelitas se preparaban para entrar a la tierra prometida, Altísimo preparaba sus corazones para no olvidarlo. Altísimo recordó a su pueblo su larga trayectoria de fidelidad milagrosa y les aseguró que su desprendimiento y provisión continuarían.
Pero . . . Altísimo igualmente ofreció una advertencia.
“Tengan cuidado de no olvidarse del Señor”.
Altísimo sabe que los corazones humanos fácilmente pueden restar tan satisfechos con los dones que olvidamos al Comisionado.
Sí, los israelitas disfrutarían ocupando ciudades seguras y hogares hermosos, teniendo camino al agua y a una variedad de comidas deliciosas. Estas bendiciones serían un intenso contraste con sus cuarenta abriles de habitar en tiendas de campaña en el desierto, en constante movimiento y sustentados nada más con maná. Pero ten cuidado, Altísimo dijo. No me olvides. Yo soy Quien hizo posible tu licencia y tu florecimiento. Aquel que todavía necesitas, en tiempos de cantidad y en tiempos de carencia.
Hermana, acepte hoy la amable advertencia de Altísimo. ¿Hay algún ámbito de tu vida en la que te has concentrado tanto en el regalo que te has olvidado del Comisionado?
Tómate un tiempo hoy para rememorar lo que Altísimo ha hecho en tu vida.. Gracias a el. Y vuelva a comprometerse a habitar dependiente de Él.
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