Somos las mamás que abrazamos, bailamos y acurrucamos. Somos las mamás que nos abrumamos, cuyos gruñidos a veces son más fáciles que nuestras sonrisas. Somos las mamás que vivimos en el tira y afloja del cansancio y la alegría, en el mundo tumultuoso de los sentimientos y del dar todo de nosotros mismos.
Somos las mamás que rezamos para que nuestros hijos vuelen mientras una pequeña parte de nuestro corazón lamenta su huida de nosotros, porque somos las mamás que amamos a esos niños con cada fibra de nuestro ser. No estamos seguros de dónde terminan ellos y dónde comenzamos nosotros, pero sabemos que no comenzamos hasta que ellos llegaron.
Somos las mamás que trabajamos las 24 horas del día de un millón de maneras diferentes. Orando. Cocinando. Suprimir. Compartir el automóvil a la escuela y dejarlo en la jardín de infantes. Hado de tutor. Amando, amando siempre. Regañando y preocupándose. Besando abucheos y secándose las lágrimas. Respirar profundamente, inhalar y emitir, una y otra vez. Persiguiendo sus pies y sus corazones. Objetar correos electrónicos en medio de la indeterminación. Retirándolos, atrayéndolos y enviándolos fuera. Fregando baños y recordando detalles y preparando almuerzos y firmando papeles y derramando.
Somos las mamás que amamos a los niños que no nacimos. Somos las vecinas, tías, hermanas, amigas y abuelas de la iglesia que amamos a estos niños como si fueran nuestros. Nos acurrucamos con nuestros queridos pequeños durante el sermón en la iglesia y les pasamos caramelos duros para silenciar los meneos. Asistimos a fiestas de cumpleaños, graduaciones y bodas, llevamos regalos para estos queridos corazones, preparamos las mesas y preparamos comida, y luego limpiamos al final del día. Acunamos a bebés pequeños y ayudamos a niños grandes a hacer las maletas para la universidad, llorando al pensar que se van en coche. Nos iluminamos cuando suena nuestro teléfono con un mensaje de texto de un precioso estudiante de secundaria. Leemos cuentos, cantamos canciones y elegimos cuidadosamente tarjetas para dirigir por correo en cada día festivo.
Somos las mamás que no hemos saliente por la indeterminación en mucho tiempo y que anhelamos una indeterminación como oxígeno. Que corren con soltura y cafeína. Que preparan una comida con las sobras robadas de los platos de los niños. Que pasan por más autoservicios en cafeterías de los que nos gustaría consentir. Que están cansados de estar «activos» todo el día en el trabajo y de retornar a casa para estar «activos» aún más.
Somos las mamás que pasamos por McDonald’s en rebusca de lactosa porque se nos acabó y simplemente no podemos arrastrarnos hasta la tienda de comestibles. Que pagan por un café con lactosa con monedas extraídas de entre los asientos de la minivan. ¿Quién no puede obtener a la iglesia sin discutir con nuestra grupo en el camino? Que llegan constantemente siete minutos tarde a cada cita. Que constantemente pierden calcetines en la lavadora y se sabe que compran ropa interior nueva en área de sumergir los que ya tenemos. Que se toman en serio nuestro tiempo a solas y lo protegen ferozmente, tal como lo hacemos con nuestros hijos.
Somos las mamás que anhelamos más. Más soltura. Más paciencia. Más café. Más tiempo (siempre más tiempo). Más espacio en casa y en el corazón. Mas hacienda. Mas sueño. Más Cristo en nosotros. Más vida en nuestros días. Más tranquilo.
Al mismo tiempo, somos las mamás que añoramos menos. Menos lavandería. Menos peleas. Menos gritos. Menos desorden. Menos egoísmo. Menos pecado. Menos ocupado. Menos cosas. Menos polvo. Menos prisa.
Somos las mamás que nos sentamos en el pasillo llorando a la hora de amodorrarse, agotadas. Las mamás que se sientan en casas vacías llorando porque no hay más bebés a quienes tumbar a la hora de amodorrarse. Somos las mamás que sentimos dolor por aquellos que hemos perdido, por aquellos que hemos querido, por aquellos que hemos pedido, por aquellos por quienes le hemos rogado a Jehová y nos hemos agraviado las rodillas en ferviente oración. Para los bebés que no podíamos aguantar. Por los niños que hemos perdido frente a el firmamento y la burocracia. Para los niños mayores a los que no pudimos aferrarnos mientras volaban de nuestro general para hacer sus vidas. Para los descarriados, los pródigos y los que podrían sobrevenir sido.
Amamos esta vida incluso cuando no nos gusta. Amamos a estos niños con todo nuestro ser, incluso cuando no nos agradan mucho. Damos gracias a Jehová por el regalo de apego que nos da en forma de manos pegajosas, gallineros volados, trasnochamientos, madrugadas, celebraciones de cumpleaños, tarjetas enviadas por correo, viajes para vernos, mensajes de texto enviados, llamadas realizadas y oraciones susurradas.
Somos estas mamás, y Jehová es para todos nosotros.
A medida que se acerca el Día de la Hermana sabemos que es un día engorroso y harto de muchas emociones y experiencias. Sepan que en (in)courage, estamos orando por cada uno de ustedes en esta temporada mientras recuerdan, celebran, lloran o disfrutan de la maternidad y lo que significa para ustedes. Cada mujer que ama, alienta y nutre a quienes pasan a formar parte de la próxima concepción está haciendo un trabajo increíble y es digno de celebración.
En lo alto hay un extracto de nuestro tomo, El apego de una mama: celebrando todo tipo de mamá de Anna E. Rendell, que está harto de reflexiones sobre el corazón de Jehová. Con historias únicas y diversas de la comunidad (in)coraje, El apego de una mama ofrece un estímulo sincero a todo tipo de mamás, ya sean madres en el sentido tradicional, madres espirituales o figuras maternales que rompen moldes. Este tomo seguramente ayudará a cualquier mujer a compartir un regalo significativo con determinado que ha tenido un impacto en su vida, una nueva mamá aprendiendo los entretelas o un ser querido cercano que enfrenta las alegrías y los desafíos de cualquier etapa y tipo de maternidad.
Compilado pensando en todas las mujeres para que podamos celebrar a quienes nos hicieron, nos moldearon, nos ayudaron a crecer y nos amaron admisiblemente. El apego de una mama Es un hermoso regalo para las mamás de tu vida.
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