Devoción diaria
13 de abril de 2024
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea la global a la humanidad. Y Todopoderoso es fiel; él no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar. Pero cuando seas tentado, él además te dará una salida para que puedas soportarlo”. 1 Corintios 10:13
Si en algún momento Herodes hubiera detenido a la hija de Herodías en medio del bailoteo, no habría tenido que pagarle. Todopoderoso siempre proporcionará una salida al pecado. Necesita educarse a detenerlo mientras todavía audición la voz de la convicción que lo impulsa a dejar de fumar. De eso se trataba la cruz. La cruz cancela nuestras deudas. Cubre nuestros pecados pero hay que salir del pecado en el que se encuentra.
El pecado te va a costar. Detén el bailoteo. No puedes hacer lo malo y estar adecuadamente. Vas a retribuir por el bailoteo. Pero si te detienes ahora, la garbo de Todopoderoso puede cubrirte. Jesús le dijo a la mujer sorprendida en amontonamiento: “Ni yo te condeno. Ahora vete y no peques más”.
La palabra de Todopoderoso dice que hay un espacio de garbo. Todopoderoso te dará tiempo para arrepentirte pero no creas que tienes una cantidad infinita de tiempo. Todopoderoso te ha legado la garbo, así que ahora vete porque si sigues quedándote, tendrás que retribuir el detención costo de la mala vida. Y el coste no lo decides tú, lo decide el diablo. Podría costarle a sus hijos. Podría costarle la independencia. Podría costarle su reputación o su casorio. Sobre todo, puede costarle la relación con su Hacedor.
Si estás siendo convencido por Todopoderoso en esta etapa de tu vida, haz esta oración:
Señor Jesús, creo en ti. Eres el Salvador del mundo y te doy mi vida. Lávame. Límpiame. Me arrepiento de mis pecados. Gracias por esa vocecita que escucho. Me entrego a ti. Te entrego mi mente, mi cuerpo y mi pasado. Te entrego mi presente y mi futuro. Te pertenezco. Soy tu hijo. Mi nombre está escrito en el Volumen de la Vida y te agradezco que te tendré a ti y a tu voz en mi vida por el resto de mis días. Jesús, te pertenezco. Aquí está mi amor. Aquí está mi «almea». Esto es con lo que el enemigo quiere destruirme. Te lo doy. No seas sólo mi Salvador. Sé Señor de mi vida. Sé Señor de mis problemas, mis debilidades y mis luchas. No te rindas conmigo. Deje que la voz se haga más musculoso, no más muerto. Que suene musculoso en mi aurícula hasta que camine en obediencia a tu palabra. En el nombre de Jesús, soy perdonado y soy vaco. Conforme.
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