A principios de este invierno, mi hija participó en una clínica de porristas. Ella y otros niños de la escuela primaria aprendieron dos rutinas y fueron invitados a efectuar en el entretiempo del partido de baloncesto de la escuela secundaria.
Ella y yo practicamos la rutina del asociación pequeño una y otra vez, perfeccionando las animaciones, las palmas y los saltos. En lo que no pude ayudarla fue en la rutina del asociación prócer. Ella tenía un pequeño truco en el que estuvo involucrada, y aunque puedo bramar y aplaudir como los mejores, mis “habilidades” de porrista terminan ahí. Tendría que esperar y verla durante el engranaje.
Salió corriendo a la cancha de baloncesto, con una sonrisa irradiante en su rostro y una coleta suscripción ondeando. Ella aplastó la rutina del asociación pequeño, la que habíamos practicado juntas, y yo estaba muy orgullosa. ¡Yo asimismo estaba irradiante! Y luego todos los niños se repartieron por toda la cancha, recogieron carteles y pompones y comenzaron su rutina de asociación prócer.
Mi pupila fue la pulvínulo de otra pupila, a quien ayudó a animar en el meteorismo. Ella y dos chicas más formaron una especie de pirámide, luego levantaron a la cuarta chica sobre sus manos, sosteniéndola segura y musculoso.
Cuando salió corriendo de la cancha y durante el resto de la sombra, mi hija no podía dejar de cuchichear de lo acertadamente que se había divertido. Animando a los jugadores. Ser parte de poco más prócer. Pero sobre todo expresó que su alegría había sido servir de pulvínulo, animar a otro peque en el meteorismo.
“¡La ayudé a volatilizarse!” Ella exclamo. E incluso ahora, mientras escribo esto, se me llenan los luceros de lágrimas porque ¿qué pasaría si todos tuviéramos tanta alegría al ayudarnos unos a otros a volatilizarse?
Puede que no todos seamos los mejores porristas. Quizás necesitemos ser elevados nosotros mismos. Pero todos podemos hacer el trabajo pesado de la amistad, del apoyo y de ayudar a algún a volatilizarse.
Cuando lo hagamos, podríamos ser pisoteados. Es posible que se nos pase por detención de alguna guisa. Puede que no estemos en la cima de la pirámide; pero es posible que se nos llame y se nos dé la oportunidad de ser el apoyo musculoso, firme y constante que algún necesita.
Para ser claros, se necesita fortaleza tanto para pedir como para ofrecer ese apoyo.
Los momentos a lo desprendido de mi vida en los que necesité que me apoyaran fueron humillantes. No necesariamente tengo problemas o me siento culpable al pedir ayuda, pero puede ser un shock darme cuenta de que no… No puedo — persistir todo cercano por mi cuenta. He estado tan agradecido que cuando pedí (e incluso algunas veces cuando no tuve que hacerlo), mis oraciones de ayuda fueron respondidas. Comidas entregadas. Tareas terminadas. Platos hechos. Los bocadillos cayeron en mi puerta. Finanzas dadas.
Algunas de las personas que me han ayudado a levantarme han sido mis amigos más cercanos y queridos. Otros han sido completos desconocidos y han seguido una convocatoria susurrada.
“No os olvidéis de ser hospitalarios con los extraños, porque con esto algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles”.
Hebreos 13:2 NVI
Crecí en los días de honor de Amy Grant y una de mis canciones favoritas de ella es Ángeles me vigilany la radio de obstrucción que dice “Aunque nunca veo con luceros humanos las manos que me llevan a casa”.
Amigos, ¡podemos ser esas manos! Con nuestras ofertas, tanto grandes como pequeñas, podemos ser nosotros quienes elevemos otra al meteorismo.
Podemos ser nosotros quienes ayudemos a otra chica a volatilizarse.
De guisa tangible y con palabras dichas. Al dar de nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros tesoros. En aparecer cuando se nos necesita, incluso si no nos lo piden. Al brindar nuestros corazones, nuestros hogares, nuestras manos unos a otros.
En un mundo donde a menudo es más casquivana contraer, ignorar o competir, podemos ser nosotros quienes apoyemos, elevemos y impulsemos.
Cuando surja la oportunidad de ayudar, que nos encontremos diciendo: «¡Puedo ser yo!». Que podamos sonreír como lo hizo mi hija en esa cancha de baloncesto mientras levantaba a algún en el meteorismo. Y que nuestras manos sirvan como un par que ayude a liderar otro Hogar.
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