Por Anugrah KumarColaborador de Christian Post
Miles de rusos han salido a las calles en protesta contra el presidente Vladimir Putin, quien logró un quinto mandato como presidente de Rusia, en medio de acusaciones de manipulación electoral y la ausencia de una oposición genuina. Las elecciones, que resultaron en una victoria del 88% para Putin, se han visto empañadas por la controversia, con denuncias de fraude electoral y supresión de la disidencia.
Tras las elecciones, Putin, dirigiéndose a sus seguidores en la sede de Rusia Unida, celebró la victoria el domingo y afirmó que los resultados eran una manifestación de la voluntad unida del pueblo ruso, informó The Telegraph.
Putin elogió los esfuerzos de las fuerzas rusas en Ucrania y enmarcó su victoria como un triunfo colectivo.
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“Por mucho que intentaron asustarnos, reprimir nuestra voluntad, nuestra conciencia, nadie lo ha conseguido jamás en la historia. Fracasaron ahora y fracasarán en el futuro”, citó la BBC al líder del Kremlin.
Sin embargo, la credibilidad de las elecciones fue inmediatamente cuestionada, y los críticos señalaron la falta de competencia y la supuesta coerción de los votantes.
Yulia Navalnaya, la viuda de Alexei Navalny, que murió en circunstancias sospechosas en una prisión rusa, surgió como una figura simbólica en el movimiento de oposición. Instó a los rusos a demostrar su descontento en los colegios electorales, lo que llevó a una participación generalizada en protestas flash mob en todo el país y en las embajadas rusas en todo el mundo. Las protestas, marcadas por colas de votantes disidentes y boletas desfiguradas con mensajes contra la guerra y a favor de Ucrania, subrayaron la profunda oposición al régimen de Putin.
La integridad de las elecciones se vio aún más comprometida por informes de manipulación de votos, incluida la presión sobre los empleados estatales para que apoyaran a Putin y la manipulación de los resultados de la votación electrónica. Según el Telegraph, observadores independientes como Golos han descartado las elecciones como fraudulentas, citando casos de soborno y falsificación de datos.
En algunas regiones, especialmente en el área de Donbass en Ucrania, el recuento de votos de Putin alcanzó supuestamente el 95%, una cifra recibida con escepticismo por los observadores internacionales.
«La acción ha logrado sus objetivos», citó Radio Free Asia a Ivan Zhdanov, director de la Fundación Anticorrupción anteriormente dirigida por Navalny, en un vídeo de YouTube. «La acción ha demostrado que hay otra Rusia, hay gente que se opone a Putin».
Las reacciones internacionales a las elecciones fueron rápidas y críticas.
El Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido y la Casa Blanca desestimaron las elecciones por considerarlas no libres ni justas, destacando la votación ilegal en los territorios ucranianos ocupados y la represión de la oposición política.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, condenó las elecciones como una farsa y pidió que Putin se enfrente a la justicia en La Haya.
A pesar de los esfuerzos del Kremlin por proyectar unidad y fuerza, las elecciones han expuesto importantes divisiones dentro de la sociedad rusa.
Las protestas “Mediodía contra Putin”, una iniciativa de base, demostraron la resiliencia de la oposición, con participantes en toda Rusia y en el extranjero manifestándose contra el gobierno de Putin. Estas protestas, sumadas a la detención de manifestantes y actos de desafío en los colegios electorales, han revelado una población que está lejos de apoyar unánimemente el prolongado liderazgo de Putin.
El mandato de Putin, ahora ampliado a casi tres décadas, lo posiciona como uno de los líderes con más años de servicio en Rusia, superando incluso a figuras de la era soviética en términos de longevidad en el poder. Esta elección, aparentemente un referéndum sobre el liderazgo de Putin, particularmente su postura agresiva hacia Ucrania, ha puesto de relieve los fundamentos autoritarios de su régimen.
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