Por Anugrah KumarColaborador de Christian Post
La represión contra la libertad religiosa continúa en Cuba luego de las protestas de julio de 2021, mientras un nuevo informe de un organismo de control de la persecución registra 622 violaciones documentadas de la libertad religiosa en 2023 en medio de un regreso a las «tácticas de línea dura».
La isla caribeña mantuvo un alto nivel de incidentes similar a los 657 casos reportados en 2022 y mantuvo un aumento significativo respecto de los 272 casos reportados en 2021 por la organización Christian Solidarity Worldwide, con sede en el Reino Unido.
El informe de la CSW de marzo de 2024 titulado «Represión y resistencia: un regreso a las tácticas de línea dura» destaca la legislación represiva y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que han afectado a líderes religiosos y congregaciones de diversas religiones, incluidos grupos afrocubanos, testigos de Jehová, protestantes y católicos romanos.
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El gobierno comunista cubano, tras las protestas del 11 de julio de 2021, intensificó sus medidas represivas, dirigidas a grupos y líderes religiosos con una legislación cada vez más dura. Tanto las asociaciones religiosas registradas como las no registradas son sometidas a vigilancia intrusiva, repetidos interrogatorios y amenazas destinadas a sofocar sus actividades religiosas.
«El gobierno siguió centrándose especialmente en atacar a los líderes religiosos y a las personas que ofrecían apoyo espiritual o material a las familias de los presos políticos», afirma el informe. «Los líderes religiosos y sus congregaciones que intentaron responder a las necesidades humanitarias, que se han vuelto cada vez más agudas en muchas partes de la isla, fueron acosados, multados y, en muchos casos, vieron confiscada la ayuda que intentaban distribuir».
Entre las diversas violaciones de derechos destacadas en el informe se encuentran líderes religiosos que fueron amenazados y presionados para expulsar a familiares de presos políticos de sus congregaciones como parte de una «política de aislamiento social». A los presos políticos se les negaron visitas religiosas o el derecho a recibir materiales religiosos. Los niños fueron sometidos a abusos verbales en la escuela «debido a sus creencias religiosas». Los líderes de grupos religiosos no registrados sufrieron acoso, amenazas y multas.
«A quienes el gobierno consideraba disidentes se les impidió repetida y sistemáticamente asistir a los servicios religiosos, normalmente mediante detenciones arbitrarias de corta duración», añade el informe. «La ola de emigración no mostró signos de disminuir, y muchos de los que abandonaron Cuba alegaron amenazas de prisión y pérdida de la custodia de sus hijos ante el Estado».
El informe dice que los líderes religiosos y las congregaciones que ofrecen apoyo a las familias de los presos políticos o participan en esfuerzos humanitarios han encontrado obstáculos importantes que han afectado gravemente su capacidad para atender las necesidades de la comunidad.
Los grupos religiosos no registrados han sido los más afectados por las tácticas del gobierno, enfrentando acoso regular y amenazas de multas.
«Les dije que pertenezco a una iglesia cristiana, no a una iglesia contrarrevolucionaria. Soy un creyente en Dios y un seguidor de Cristo. No pertenezco a una alianza contrarrevolucionaria, sino a una unidad que construye alianzas entre pastores que apoyarnos unos a otros para servir, con mayor excelencia, a la isla cubana», dijo un líder religioso anónimo a los investigadores de CSW.
«Les dije que pueden hacer conmigo lo que quieran, pero no dejaré de asistir a la iglesia. Daré el mismo trato a los cristianos de cualquier denominación, que a cualquier ciudadano, comunista o no. Les dije que si Me quieren quitar los derechos por haber brindado… servicios, o ir a la iglesia, que así sea”.
La estrategia del gobierno va más allá de la mera represión, utilizando el aislamiento social y la detención arbitraria de corta duración, lo que ha provocado una notable ola de emigración a medida que los cubanos huyen de la isla, citando amenazas de prisión y medidas coercitivas contra sus familias.
Las protestas de julio de 2021 marcaron un momento significativo en la historia reciente de la nación, cuando miles de cubanos salieron a las calles en varias ciudades para expresar su frustración por el manejo de la economía por parte del gobierno, la pandemia de COVID-19 y la falta de libertades políticas.
Provocadas por una escasez crítica de alimentos, medicinas y otros artículos esenciales, junto con cortes de energía prolongados, las manifestaciones estuvieron entre las más grandes y extendidas en la isla en décadas. Los manifestantes corearon consignas como «¡Libertad!» y «¡Abajo la dictadura!» enfrentando fuertes respuestas del gobierno, que desplegó fuerzas policiales y militares para sofocar los disturbios.
En Cuba, el gobierno es el principal perseguidor de los cristianos y considera a cualquier rival potencial del Partido Comunista de Cuba, incluida la fe cristiana, como una amenaza, informa el organismo de control Puertas Abiertas. Los líderes de la iglesia o los creyentes que critican los abusos de los derechos humanos o la corrupción política corren el riesgo de ser interrogados, arrestados, campañas de difamación y encarcelados.
Las iglesias deben registrarse para operar legalmente, pero el gobierno puede denegar o ignorar estas solicitudes, lo que obliga a las iglesias a funcionar de manera ilícita y corre el riesgo de cierre o sanciones como multas y confiscación de propiedades. Incluso las iglesias registradas se enfrentan a un intenso escrutinio y vigilancia, con infiltración de simpatizantes del régimen o agentes de seguridad del Estado.
Según la CSW, Cuba creó un nuevo Departamento gubernamental de Atención a Instituciones Religiosas y Grupos Fraternales en 2022. Pero los líderes religiosos dijeron a la CSW que la mayoría de «los negocios siguen siendo realizados por la Oficina de Asuntos Religiosos (ORA) del Comité Central de la Unión Cubana». Partido Comunista (PCC), que mantiene una relación consistentemente antagónica con los grupos religiosos».
Si bien las iglesias en Cuba pueden celebrar servicios, la tolerancia del gobierno puede terminar abruptamente si un líder o miembro es percibido como antigubernamental, según Puertas Abiertas. Aquellos que dirigen iglesias no registradas o que desafían abiertamente al régimen son especialmente vulnerables a la persecución.
Las recomendaciones para el gobierno cubano incluyen enmendar la constitución y los marcos legales para mejorar la protección de la libertad de religión o creencias, ratificar tratados internacionales de derechos humanos y cesar el acoso y las amenazas contra líderes religiosos y defensores de derechos humanos.
La CSW instó a los organismos internacionales a monitorear de cerca la situación, responsabilizar al gobierno cubano por sus acciones y apoyar a la sociedad civil cubana y a los grupos religiosos que enfrentan persecución.
Cuba figura en la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos como un «país de especial preocupación» por la libertad religiosa. Esta lista también incluye a algunos de los peores violadores de los derechos humanos en el mundo, incluidos, entre otros, China, Eritrea, Irán, Corea del Norte y Birmania.
En diciembre, el Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias, Rev. Prof. Jerry Pillay, se reunió con el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y elogió la libertad religiosa de Cuba, citando reuniones con la Iglesia Presbiteriana en Cuba y otras iglesias.
Sus comentarios fueron criticados por defensores de la libertad religiosa, incluido Teo Babun, presidente y director ejecutivo de Outreach Aid to the Americas.
«Me preocupa que parezca que su visita, aparentemente estrechamente orquestada por el gobierno cubano, no le ha proporcionado una comprensión precisa del estado del derecho fundamental a la libertad de religión o de creencias en Cuba», escribió Babun en una carta. «Peor aún, estamos viendo que el gobierno cubano está utilizando su visita, y específicamente sus declaraciones celebrando la libertad religiosa en Cuba, para reforzar su absurda afirmación de que los cubanos sí disfrutan de esta libertad fundamental».
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