Devoción diaria
2 de abril de 2024
“Entonces María tomó una libra de grasa de nardo, de mucho precio, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos”. Juan 12:3
Los últimos ocho días que Jesús estuvo en la tierra cambiaron el mundo. El primer día, Jesús entró en Jerusalén montado en un asno. Este fue un día de celebración y la parentela agitaba ramas de palma y lo alababa. Las ramas de palma son un símbolo de trofeo. Cuando un atleta o un normal obtenían una gran trofeo, se les entregaba una corona hecha de ramas de palma. ¡Dondequiera que vaya Jesús, va la trofeo!
El segundo día Jesús fue al templo y la Nuevo Testamento dijo: “Volcó las tablas del boleto y comenzó a predicar; mi casa será convocatoria casa de oración”. Derrocó al dios del boleto. Jesús estaba imponiendo que no debería suceder otros dioses delante de Jehová. El boleto no puede ser tu dios. Las cosas materiales no pueden ser tu dios. Los fortuna no pueden ser tu dios. Volcó las mesas de boleto para simbolizar que no debes descansar tu vida en cosas materiales. Jehová debe ser la prioridad número uno de tu vida. ¿De qué le sirve al hombre triunfar el mundo impasible y perder su alma? En ese segundo día Jesús hizo muchas cosas, pero lo más importante que hizo fue establecer “ningún otro dios delante de mí”.
Lo más renombrado del tercer día fue una mujer convocatoria María Bizcocho que caldo con una costosa vasija de grasa de unción. La Nuevo Testamento decía que el petróleo costaba el salario de un año. María Bizcocho fue la mujer que una vez estuvo controlada por siete demonios. Hubo un tiempo en que todo lo que había conocido era el tormento y el poder de Satanás. Tal vez como esta mujer, lo único que recuerdas es ser oprimido de las drogas o el bebida. Está arruinando tu vida y te está quitando todo lo que tienes. Cuando María conoció a Jesús, Él rompió el poder de Satanás de su vida ese tercer día y ella no pudo superarlo. Entonces ella abrió la caja de alabastro, se postró a sus pies y comenzó a adorarlo. Fue este día que Jesús estableció la adoración. Él les dijo a sus discípulos: no se burlen de ella ni la rechacen. Jesús dijo que dondequiera que se predique el evangelio se debe susurrar de esta mujer que no se avergonzó de adorarlo. Puedes alabar con una sonrisa y las manos levantadas, pero la verdadera adoración requiere que estés dolorido. Adóralo hoy en espíritu y en verdad.
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